Hacernos conscientes de la verdad sana y libera
Hoy tengo 32 años. He comenzado mi trabajo interno de forma activa hace 5 años. He trabajado con todos los conocimientos que estaban a mi alcance para sanar mis heridas y traumas de la infancia. He investigado, estudiado y practicado decenas de técnicas de sanación, psicología, magia, ciencias exactas y holísticas, metafísica, anatomía, biología, neurología, curandería, espiritualidad, yoga, todo lo que me acercara un poco más a la liberación de las cadenas energéticas del karma en mi sistema familiar. En el año 2018 comencé a escribir un libro basado en mi proceso de sanación con los primeros pasos que me llevaron a transitar este camino. Al terminar de escribir Equilibrio era consciente de que llegarían muchos más despertares de mi consciencia. Sabía que vendrían más sanaciones y entendimientos, estaba abierta por completo e ilusionada con la llegada porque entendí que así era el camino a la iluminación. Lo que no sabía era que sería tan doloroso, de nuevo.
Hoy puedo aceptar con fundamentos que mi papá fue un hombre narcisista, un hombre profundamente herido sí pero narcisista al fin. Quizás es una de las verdades más dolorosas que me ha tocado admitir. Profundamente dolorosa. La aceptación de este nuevo entendimiento no quita las buenas cualidades de él, pero en esta oportunidad me enfocaré en la verdad que afectó mi concepción del amor y los impactos que trajo a mi vida adulta. Este conocimiento llegó a mí hace muy poco, de hecho nunca antes había prestado atención al término narcisista ya que mi conocimiento de las aflicciones y de los males de las personas estaba directamente relacionado con las heridas y traumas emocionales a causa de la inconsciencia. La verdad duele porque debemos aceptar que una parte de nosotros muera, y el ego nos hace sentir dolor por eso. Cuando ingresamos en el camino de sanación comprendemos la diferencia entre el juicio inconsciente y el discernimiento consciente, el primero se basa en la ignorancia y el segundo en el conocimiento. Aún así, somos humanos y el ego peleará hasta el final para que las creencias erróneas sobrevivan. Ayuda mucho el recordar que el “dolor” que proviene del despertar del alma no es real. Ayuda mucho el comprender que todos somos seres heridos en algún punto pero, a la vez también, responsables de nuestras vidas.
Amé a mi papá con mi vida entera y más. Yo sentía tanto su dolor que lo tomé como propio para hacerle la vida más fácil a él, ya que veía que siempre estaba mal por algo, siempre estaba nervioso por algo, siempre estaba enojado por algo. De chica aprendí que él siempre tenía una razón para justificar sus comportamientos, aún cuando estos destruían todo a su alrededor; entonces me dedicaba a evitarlos a toda costa y, consecuentemente, aprendí que estaba bien aguantar mucho de un ser amado porque: él estaba saturado mentalmente con mucha presión, porque él estaba abrumado con todas las injusticias que la vida le presentaba, porque él era simplemente una pobre víctima de las circunstancias y de las personas que lo empujaban a ser agresivo. Como él era mi papá y yo lo amaba tanto, podía ver en el fondo de su ser al más bueno de todos los seres humanos; y eso me era suficiente como para seguir amándolo y soportar mucho más. En mi libro Equilibrio cuento situaciones en las que a veces me daba a pensar que estaba poseído por demonios ya que que de a momentos era un ser tan bondadoso y puro, pero otras veces era el hombre más violento y tenebroso que pudiera haber conocido. Lo aceptaba como realidad, en la escuela también me habían enseñado que Dios, quien era tan bueno con sus hijos, se enojó y se vengó, los castigó echandolos del paraíso para sufrir. En mi pequeña cabeza no había espacio para el debate, aceptaba la doble faceta de mi papá como "entendible". Esas dos personalidades, bondadoso y violento, vivían en el hombre que me dio la vida, en el hombre que yo más amaba en el mundo y en quién confiaba mi seguridad. Esas dos personalidades vivían dentro de mi papá y yo aprendí que eso era normal, aprendí que el mismo hombre que deseaba mi bienestar también podía ser cruelmente destructivo, aprendí que el hombre que yo amaba con profundidad podía ser abusador, aprendí que el hombre en quién confiaba me protegiera podía ser bueno un día y agresivo al otro, aprendí que él podía justificar su violencia y enojo al convencernos (manipulación) de que él no era culpable de nada, de que él era la víctima de todo y de todos. Yo amé a ese hombre con todo mi ser; sin embargo, hoy aprendí a amarlo incluso mucho más: solo que desde otro nivel de consciencia. Hoy lo amo aún más desde el conocimiento, desde la compasión, desde el perdón y desde la comprensión de que él hizo lo que pudo y eligió desde su propio nivel de consciencia, porque sí quería lo mejor para mí pero su comportamiento basado en su ignorancia lo contradecía; porque sí quería ser el mejor padre que él nunca tuvo pero en su ignorancia no sabía cómo hacerlo. Hoy elijo amarlo como fue pero decido que su forma de amar, que yo he aceptado hasta ahora, no se ajusta más a mi realidad, porque hoy entiendo que no me siento más cómoda amando a un hombre que encierra tanto dolor y enojo en su interior sin trabajar, no me siento más cómoda amando a un hombre que justifica sus maltratos y adicciones con razones externas sin tomar responsabilidad alguna, no me siento más cómoda amando a un hombre que se siente víctima de la vida y hace pagar a su entorno por el odio que siente dentro de su alma, no me siento más cómoda amando a un hombre que no toma la vida con agradecimiento y cuidado porque está enojado en lo más profundo de su ser con sus propios progenitores, no me siento más cómoda en un entorno de violencia y en un estado de alerta constante, ya no me pertenece nada de eso. En las constelaciones familiares podemos trabajar estas verdades descubiertas y sanar, nuestros padres naturalmente sienten el deseo de nuestro bienestar y como hijos debemos honrar la vida al tomarlo todo como fue, pero al retener solo lo bueno y soltar lo malo para que nosotros podamos crear una vida mejor.
En el libro Las cinco Heridas que impiden Ser uno mismo de Lise Bourbeau dice que el progenitor del mismo sexo desempeña la función de enseñarnos a amar, a amarnos y a darnos amor. El progenitor del sexo opuesto nos enseña a dejarnos amar y a recibir amor. En mi caso y al pasar de la niñez a la adolescencia yo me fusioné cada vez más con la energía de mi papá, estaba convencida de que tenía que ayudarlo así fuese dando toda mi vida. De verdad lo creía, me sentía culpable de su infelicidad. Así fue que tomé como modelo de recibir amor la forma de amar de mi papá; ignorante e inconscientemente dañina.
Los invito a leer mi libro, a conocer en detalle las actitudes y comportamientos de una persona absolutamente herida que formó una familia con otro ser humano herido, que trajeron al mundo cuatro hijos que sufrieron y aún sufren las consecuencias de sus actos inconscientes. Soy mujer, hija de padres heridos, víctimas y abusadores, espiritualmente inconscientes, soy una sobreviviente como lo son también ellos de sus padres, y estos de los suyos. Te quiero decir que sí hay salidas, que existen métodos para romper esos patrones dañinos, que hay una vida hermosa esperando por vos, que existe el amor sano, hay seres maravillosos en quienes puedes confiar, que existe el hogar en paz donde puedes sentirte segura, realmente existe porque tenemos la opción de sanarnos a nosotros mismos. Y si estás leyendo esto es porque querés salirte de los patrones dañinos inconscientes de tu sistema de origen, estás leyendo esto porque querés sanar. Viajá dentro tuyo.
Contame si has tenido despertares del alma, si has sanado alguna herida o si estás en el proceso, contame si tuviste padres ausentes, abusivos o inconscientes. No estás más solo, no estás más sola, muchos ya sabemos que hay salidas a través del conocimiento y de la auto sanación.
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