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Mi padre fue un hombre narcisista

Actualizado: 1 jun

Hacernos conscientes de la verdad sana y libera


Hoy tengo 32 años. He comenzado mi trabajo interno de forma activa hace 5 años. He trabajado con todos los conocimientos que estaban a mi alcance para sanar mis heridas y traumas de la infancia. He investigado, estudiado y practicado decenas de técnicas de sanación, psicología, magia, ciencias exactas y holísticas, metafísica, anatomía, biología, neurología, curandería, espiritualidad, yoga, todo lo que me acercara un poco más a la liberación de las cadenas energéticas del karma en mi sistema familiar. En el año 2018, comencé a escribir un libro basado en mi proceso de sanación con los primeros pasos que me llevaron a transitar este sendero. Al terminar de escribir Equilibrio, era consciente de que llegarían muchos más despertares de consciencia. Sabía que vendrían más sanaciones y entendimientos, estaba abierta por completo a recibirlos porque entendí que así era el camino a la iluminación. Lo que no sabía era que sería tan doloroso, de nuevo.


Hoy puedo aceptar con fundamentos claros que mi padre fue un hombre narcisista, un hombre profundamente herido, sí, pero narcisista al fin. Quizás es una de las verdades más dolorosas que me ha tocado admitir. Profundamente dolorosa. La aceptación de este nuevo entendimiento no quita las buenas cualidades de mi padre, pero, en esta oportunidad, me enfocaré en la verdad que afectó mi concepción del amor y los impactos que trajo a mi vida adulta. Esta realización llegó a mí hace muy poco; de hecho, nunca antes había prestado atención al término narcisista ya que mi comprensión sobre las aflicciones de las personas estaba directamente relacionado con las heridas y traumas emocionales a causa de la inconsciencia, únicamente. La verdad duele porque debemos aceptar que una parte de nosotros muera, y el ego nos hace sentir dolor por eso. Cuando ingresamos en el camino de sanación, comprendemos la diferencia entre el juicio inconsciente y el discernimiento consciente, el primero se basa en la ignorancia y el segundo en el conocimiento. Aún así, somos humanos y el ego peleará hasta el final para que las creencias erróneas con las que ha operado hasta ahora sobrevivan. En este punto, ayuda mucho recordar que el “dolor” que proviene del despertar del alma no es real. Ayuda mucho el comprender que todos somos seres heridos emocionalmente en algún punto pero, a la vez, también responsables de nuestras vidas.


Amé a mi padre con mi vida entera y más. Yo sentía tanto su dolor que lo tomé como propio para hacerle la vida más fácil a él; ya que, desde niña, veía que mi padre siempre estaba mal por algo, siempre estaba nervioso por algo, siempre estaba enojado por algo. Desde muy pequeña, aprendí que mi padre siempre tenía una razón para justificar sus comportamientos, aún cuando estos destruían todo a su alrededor; entonces, me dedicaba a evitarlos a toda costa y, consecuentemente, aprendí que estaba bien soportar mucho de un ser amado porque: "él estaba saturado mentalmente con mucha presión, porque él estaba abrumado con todas las injusticias que la vida le presentaba, porque él era simplemente una pobre víctima de las circunstancias y de las personas que lo empujaban a ser agresivo".


Como él era mi padre y yo lo amaba tanto, podía ver en el fondo de su ser al más bueno de todos los seres humanos; y eso me era suficiente como para seguir amándolo y soportar aún mucho más. En mi libro Equilibrio comparto las situaciones en las que creía que mi padre estaba poseído por demonios, ya que que pasaba de ser un hombre tan bondadoso y puro a convertirse en el hombre más violento y tenebroso que pudiera haber conocido. Mi consciencia lo había aceptado como realidad.


En el colegio, también me habían enseñado que Dios, quien era tan bueno con sus hijos, se enojó y se vengó, los castigó echandolos del paraíso para que sufran por el resto de sus días. En mi pequeña mente infantil no había espacio para el debate, aceptaba la doble faceta de mi padre como "entendible". Esas dos personalidades, bondadoso y violento, vivían en el hombre que me dio la vida, en el hombre que yo más amaba en el mundo y en quién confiaba mi seguridad. Esas dos personalidades vivían dentro de mi padre y yo aprendí que eso era normal; aprendí que el mismo hombre que deseaba mi bienestar, también podía ser cruelmente destructivo; aprendí que el hombre que yo amaba con profundidad, podía ser abusador; aprendí que el hombre en quién confiaba me protegiera, podía ser bueno un día y agresivo al otro; aprendí que él podía justificar su violencia y enojo al convencernos (manipulación) de que él no era culpable de nada, de que él era la víctima de todo y de todos. Yo amé a ese hombre con todo mi ser; sin embargo, hoy aprendí a amarlo incluso mucho más: solo que desde otro nivel de consciencia.


Hoy amo a mi padre aún más, pero desde el conocimiento correcto, desde la compasión, desde el perdón y desde la comprensión de que él hizo lo que pudo, y eligió desde su propio nivel de consciencia; porque quería lo mejor para mí, pero su comportamiento basado en su ignorancia lo contradecía; porque quería ser el mejor padre que él nunca tuvo, pero en su ignorancia no sabía cómo hacerlo. Hoy elijo amarlo como fue, pero decido que su forma de amar, la cual yo he aceptado hasta ahora, no se ajusta más a mi realidad; porque hoy entiendo que no me siento más cómoda amando a un hombre que encierra tanto dolor y enojo en su propio interior, sin trabajar; hoy no me siento más cómoda amando a un hombre que justifica sus maltratos y adicciones con razones externas, sin tomar responsabilidad alguna; hoy no me siento más cómoda amando a un hombre que se ubica como víctima de la vida y hace pagar a su entorno por el odio que siente dentro de su alma; hoy no me siento más cómoda amando a un hombre que no toma la vida con agradecimiento y respeto porque está enojado en lo más profundo de su ser con sus propios progenitores; hoy no me siento más cómoda en un entorno de violencia y en un estado de alerta constante; hoy aprendí que ya no me pertenece nada de eso.


El libro Las cinco Heridas que impiden Ser uno mismo de Lise Bourbeau, nos enseña que el progenitor del mismo sexo desempeña la función de enseñarnos a amar, a amarnos y a darnos amor. El progenitor del sexo opuesto nos enseña a dejarnos amar y a recibir amor. En mi caso, al pasar de la niñez a la adolescencia, yo me fusioné cada vez más con la energía de mi padre, estaba convencida de que debía ayudarlo, incluso si eso implicaba dar toda mi vida. De verdad lo creía, me sentía culpable de su infelicidad. Así fue que tomé como modelo mental de recibir amor la forma de amar de mi padre; ignorante e inconscientemente dañina. Ya he compartido que en las constelaciones familiares podemos trabajar estos patrones descubiertos y sanarlos. El alma elevada de nuestros padres, naturalmente, siente el deseo por nuestro bienestar y, como hijos, debemos honrar la vida al aceptar todo como fue, retener solo lo bueno y soltar lo negativo para que desde esa fundación consciente, podamos crear una vida mejor.


En mi libro, leerás en detalle las actitudes y comportamientos de una persona absolutamente herida que formó una familia con otro ser humano herido; que juntos trajeron al mundo cuatro hijos que sufrieron y aún sufren las consecuencias de sus actos inconscientes. Soy mujer, hija de padres heridos, víctimas y abusadores, espiritualmente ciegos, soy una sobreviviente: como lo son también ellos de sus propios padres, y estos de los suyos.


Hoy te quiero decir que sí hay salidas, que existen métodos para romper esos patrones dañinos, que hay una vida hermosa esperando por ti, que sí existe el amor sano, hay seres maravillosos en quienes puedes confiar, que existe el hogar en paz donde puedes sentirte segura, realmente existe porque tenemos la opción de sanarnos a nosotros mismos. Y si estás leyendo esto es porque quieres cambiar los patrones dañinos inconscientes de tu sistema de origen, estás leyendo esto porque quieres sanar. No estás más solo, no estás más sola, hay salidas a través del conocimiento y de la auto sanación. Viaja dentro tuyo, allí hallarás el camino de liberación.





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