En mi primer libro Equilibrio comparto las experiencias sobrenaturales que he tenido desde que tengo memoria. Yo era muy chica y no comprendía qué era lo que me sucedía, la ciencia aún no podía explicar ciertas experiencias trascendentales y en Latino America no se conocía lo que es trabajar internamente, así que dejé de prestarles atención con el paso de los años.
Luego de publicar oficialmente mi libro, dediqué cada respiro al estudio, práctica e investigación de esta existencia. Por aquel entonces, solo buscaba comprender para lograr una vida que me gustara. Humilde pero orgullosamente, puedo decir que he logrado mucho más que una vida que me gusta y deseo comenzar a compartir abiertamente tales experiencias que me han abierto las puertas de la felicidad y del amor puro. Me han dicho que soy buena para expresarme con palabras, pero sinceramente no encuentro nada en nuestro lenguaje que describa con honor y exactitud lo que siento, veo y vivo en las experiencias internas. Haré lo mejor que puedo para que se llegue a vislumbrar tanta belleza.
Algunas de las experiencias recurrentes es encontrarme en un punto meditativo donde comienzo a llorar profundamente por sentir tanto amor profundo, amor ingresando en mí y amor desbordando todo mi ser, donde nada más que paz y AMOR existen, donde cada una de mis células vibran de una manera tan mágica que solo desean llegar a cada ser viviente para que también lo sienta, donde el éxtasis que soy es tal que surge un sentimiento de gratitud infinita por el hecho de estar viva, son sentimientos y visiones tan fuera de esta realidad que solo pueden ser comprendidas desde la experiencia misma. Aquí, les dejo parte de mi diario de Meditaciones donde describo una de ellas. Que mis palabras lleguen a tu alma y se encuentren con la familiaridad de entender que somos todos la misma creación del amor uno.
26.12.24 Atenas, Grecia
Inhalé y me estiré hacia atrás para abrir mi pecho en una pose camello de pie, cuando perdí la consciencia de este mundo y entré en el espacio que ya conozco. No sé cuánto tiempo estuve, nunca puedo decir cuánto es ni cuándo empieza, solo sé que sucedió porque noto el posterior regreso a mi cuerpo. Tales estados de trance son los que he experimentado desde muy chica; hasta hace un par de años no los hacía con intención clara, solo los experimentaba como estados de relajación. A veces me causaban miedo porque cuando regresaba en mí, me encontraba sostenida por algo, sin control de ninguna parte mi cuerpo y con una sensación de electricidad en mi cerebro cuyo origen desconocía. No sabía qué era lo que estaba haciendo hasta que comencé a estudiar Yoga y entendí que mi deseo de hacer tales movimientos, de alguna manera, se vinculaba con el deseo de llegar a un estado de relajación mental. Desde entonces, volví a hacerlos sin miedo y con propósito. Algunas veces son más intensos que otros, las veces que no los busco son particularmente especiales y poderosos. Desde hace un año, comencé a usarlos en las meditaciones y me permiten acceder voluntariamente a estados de consciencia superiores. Resulta maravilloso porque ahora sé mejor qué es lo que sucede, pero aún no lo sé todo. Así, empecé a observar el proceso. Siempre recuerdo los últimos pasos antes de ingresar a esa dimensión y cuánto más experiencias tengo, más “tiempo” registra mi memoria al momento de regresar. Me di cuenta que los estados de regreso por los que paso son siempre los mismos y ciertas reacciones de mi cuerpo también.
Entonces, luego de abrir mi centro Anahata con la pose, sin intención consciente de entrar en tal estado, veo que unas manos se agarran con fuerza a los reposabrazos de una silla. No recuerdo cómo llegué hasta ahí. Veo las manos pero no las concibo como mías, veo que el cuerpo entero lucha por mantenerse en pie y tiembla incesantemente. Lo veo pero no lo siento, no identifico que eso me está pasando a mi. Entonces, muy lentamente, empiezo a sentir el temblor en todo el cuerpo, comienzo a sentirme dentro de mi cuerpo, todo sucede muy despacio, mi consciencia ingresa muy de a poco. Cuando el temblor está en mi cabeza mis ojos se abren grande. En algún punto, me doy cuenta dónde estoy, al mismo tiempo que comprendo que nunca nada fue ni nada será, es como si la vida comenzara en ese mismo instante desde cero, absolutamente desde cero. Entonces, siento cómo mi memoria empieza a regresar, recuerdo con certeza que estoy en este cuerpo, en mi casa, en Grecia, comienzo a percibir mi entorno, recuerdo quién “soy”, ¡recuerdo que tengo un cuerpo ahora! Sigo sin poder pararme derecha, estoy sostenida por la silla pero sé que voy regresando a tener el control, mi sentido de la audición empieza a despertar muy de a poco, escucho una voz muy a lo lejos (antes de realizar la pose estaba escuchando un audiolibro), percibo la voz despacio y se va haciendo cada vez más fuerte hasta que escucho el volúmen tan alto como si estuviera hablando dentro de mi cabeza, la sensación eléctrica en mi cerebro es constante hasta que toda la energía se estabiliza y me siento de nuevo como una persona humana.
Regresé a esta realidad, vuelvo a lo que estaba haciendo, despacio, estoy en el mismo cuerpo que antes de tener la experiencia pero mi comprensión del mundo es diferente, el volúmen del audio libro ya no me parece fuerte y me doy cuenta que mi consciencia se acomodó a esta realidad, de nuevo.
Aún no recuerdo qué es lo que vivo cuando me voy, más que la masa densa oscura que percibo al regresar y que a veces me deja ver todas las partículas de colores de la energía misma. No sé por cuánto tiempo me voy, pero sé que cada vez puedo retener más información de tales viajes y eso es algo muy bueno. Luego de mis estudios en Nepal aprendí que la consciencia se transfiere de estado vital en estado vital sin interrupciones, así es que mis experimentos de niña y mis experiencias de adulta hoy tienen sentido, un propósito superior.
Namasté
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